Rompiendo cadenas

Un mensaje de esperanza para tiempos difíciles.

Rompiendo cadenas

Rompiendo cadenas es un mensaje de esperanza y redención para aquellos que se encuentran privados de su libertad, aislados del mundo, lejos de esperanza y condenados de espíritu en los fríos muros de una prisión, centro de detención, reclusorio, centro de rehabilitación y otros confinamientos. Dios me ha dado un mensaje para esos sus hijos.

Rompiendo cadenas

Rompiendo cadenas es un mensaje de esperanza y redención para aquellos que se encuentran privados de su libertad, aislados del mundo, lejos de esperanza y condenados de espíritu en los fríos muros de una prisión, centro de detención, reclusorio, centro de rehabilitación y otros confinamientos. Dios me ha dado un mensaje para esos sus hijos.

Como autor intelectual e intérprete de múltiples fracasos y caídas a lo largo de mi vida, he podido apreciar y vivir el arrepentimiento emocional causado por tomar una decisión fácil e inmadura bajo los efectos de la ira, el cólera, la ambición, el egoísmo, la lujuria y la venganza. En muchas ocasiones he estado a punto de cometer actos de los que me hubiera arrepentido toda mi vida, y como consecuencia, el peor precio que hay que pagar, lo pagan aquellas personas que nos aman y nos necesitan para afrontar la vida que dejamos atrás.

Con el tiempo, esos eventos se vuelven fisuras en el corazón que nos agrietan el alma y germinan en el corazón de nuestros hijos, de nuestra pareja, de nuestros padres, de nuestros hermanos, y principalmente, en el corazón de Dios, quien tarde o temprano nos mirará a los ojos y nos preguntará ¿Qué te ocurrió hijo?, ¿Por qué me abandonaste de esa forma?, pero para entonces, será demasiado tarde y la condena será eterna.

Quiero llevar este mensaje de esperanza y redención a aquellos que se encuentran en momentos de dificultad y adversidad, pues creo en el renacimiento de espíritu y en los milagros que Dios puede hacer con la gente rota incluso en los momentos más oscuros.

A través de estas palabras, deseo inspirar la búsqueda de Dios en los corazones de quienes puedan escuchar, y así, ayudarles a encontrar la fuerza interior que prevalece en cada corazón perdido, para que abran los brazos a Jesucristo y les dé un corazón nuevo y renovado para ser acreedores al perdón y amor inmerecido de la gracia del señor.

Yo hablaré al intelecto, pero él sanará el corazón de la gente tal y como lo hizo con el mio.

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